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El pequeño demonio PDF https://drive.google.com/file/d/1J4d6Dv714WsB5yqq1cIgAhQr1AV9K1lL/view?usp=sharing El pequeño demonio audiolibro:
https://drive.google.com/file/d/1Lz9BXDbQBCqhFOIM9BHYOE77qd7HSCC6/view?usp=sharing Cuadernillos De Magistris:
-Los poemas de Tsulan Nemi & Tsendré Armín
-Los lentes del Traidor de: Argos Lopretti
-Cuentapropistas (el empinado camino)
-Disertaciones del Hermano Augusto:
Meretrices
-De Los Rituales de: Angus Cepeda
-Art 22 El pueblo No Gobierna
-Políticos & La Recaudadora: 30 años
combatiendo el trabajo de: Touluse Mongiovanni
-El deterioro del proceso Creativo de:Wilson Ferremonti
-Cultos Cargo Religión Política de Ireneo Mentasti
-Entrevista a Luxor Minetti
-Argos Lopretti de:Alejandro Arone
-La trampa electiva de: Uruk Babel
-Bancarización (la realidad que haría empalidecer a Hitler) De: Touluse Mongiuovanni
-Terapia de: Israela Plottier
-Voy a dejarte de: Israela Plottier
-Disertaciones del Hno Augusto, San Eladio 20 de enero de 2019
-Constitución de York Año 926.
-Estatuto de Los canteros de Bolonia Año 1248
-El Veedor de Estación Mazan
-Playas
-Apuntes Inusuales
-Hacia un análisis sociológico de la Pandemia.
-Apuntes usuales Nro 1-23-4-5-6
-El Pequeño Demonio
ediciones de magistris
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Dedicatoria El presente relato está dedicado a todos los ciclistas suburbanos, amantes de los caminos de tierra, arena o barro; aquellos que me mostraron lo que fueron las primeras travesías hacia el descubrimiento, muchos de ellos sabrán de los lugares que se mencionan aquí. Son mas de cien kilómetros de camino para llegar a sitios que, en automóvil o moto, saturados de gases tóxicos para sus ocupantes, no serian más que una distracción, un pozo mas o menos. Sin contar que difícilmente atravesarían éstos lugares. Los ciclistas, en cambio, saben de largas noches en caminos desiertos donde acechan las formas que aguardan a que el sol se oculte, aquellas formas de las que los del lugar jamás hablarán a menos que uno destrabe la clave, mostrando lo que ya ha visto, usando la llave hacia el conocimiento, que es la lógica del iniciado. No obstante, los ciclistas callarán en su mayoría, bastante tienen con explicar el encanto de abarcar grandes distancias con la propia fuerza hasta elevarse unos centímetros del piso, cosa que ocurre a eso de las tres de la mañana en los caminos blancos de conchilla de la zona sur o donde sacaron las vías férreas del Ferrocarril Midland. Los millones de crustáceos que dejaron su osamenta en el mar a lo largo de milenios y hoy componen los caminos blancos se resisten a pertenecer a la tierra y al paso de los ciclistas transfieren su fuerza de elevación para invocar al cielo. Prólogo Como todo relato con contenido total o parcialmente verídico se modifican los nombres, la ciudad de Borgesse existe en el sudoeste, quien quiera saber cuál es podrá descubrirlo ya que en Monte Borgesse aún están las ruinas y las marísmas alimentadas por los bajíos del río Sófocles que, en algunos casos, no son tan evidentes para el distraído pero aun reina el inconfundible aroma mencionado por Adamor en sus memorias.
Si bien dicen que el tiempo lo cura todo, ha de pasar mucho para que ciertos hechos caigan en un prudente olvido; por ello, los eventos aquí descriptos serán negados por los sobrevivientes y otra sera la historia que escuchará sobre tigres, una fabrica de hielo para mantener un oso polar, una mansión completa pero abandonada; famosa por su piano de cola, relato cierto como el anterior, pero la superposición provoca la confusión que tanto agrada a los lugareños.
Llegada de Adamor Adamor llegó en el tren de las diecinueve desde la capital, el recientemente nombrado obispo, bajó del vagón de primera y se encontró con su fieles ayudantes Lucho, Fabrizio y Urbano.
La súbita muerte en extrañas circunstancias del obispo anterior motivó que el sacristán enviara un telegrama.
Borgesse estaba tapado por una niebla espectral que retenía un aroma hediondo, el Obispo y su comitiva fueron los únicos pasajeros descendidos en el extenso andén. El dependiente del ferrocarril llevó con la carretilla sus baúles desde el furgón hasta el cuarto de equipajes.
Allí fueron y los retiraron y cargaron en la volanta estacionada en el playón.
Por las calles vacías avanzaron hasta la catedral. Un
muchacho sentado en las escalinatas del templo les entregó las llaves.
-¿
y por que tienes tu las llaves?
-pues porque no hay nadie ya.
-¿y el sacristán?
-Me dio las llaves y tomó el tren de la mañana.
Dejaron los
ba
úles
en el atrio y entraron al temp
lo, gr
is y húmedo, saturado de mugre y oscuridad.
En la pila de agua
bendita reseca había un s
obre con una nota:
“
Estimado Obispo: contra mis deseos no pude soportar mas este lugar, me voy, todo el tiempo que dediqué a ésta inútil fe lo compensa el cáliz que me llevo, no lo necesitará, nadie viene a salvar su alma aquí. Le deseo mejor suerte que al anterior. Saludos. Frascasio”. El cuarteto religioso se preguntaba por donde comenzar, Lucho salió a buscar al muchacho de las llaves para que los guiara sobre las características del templo pero cuando salieron ya no estaba. Entre las tinieblas y el sol que se ocultaba no quedaron ni rastros de donde se habría ido.
Con dificultad encendieron un cirio que resplandeció mostrando telas de araña por doquier, fueron a la sacristía, mas limpia, donde se acomodaron como pudieron.
Con hambre, pero inmovilizados por esa niebla espesa y ausencia de gente en las calles, se acomodaron en los sillones y tapados con las vestimentas rituales intentaron dormir, para, al otro día, recorrer las instalaciones.
Lucho Fabrizio y Urbano, hambrientos miraban al Obispo esperando órdenes de buscar algo para comer, ellos viajaron en tercera mientras que el Obispo merendó opíparamente en el comedor del tren. Su obediencia y la condición de obediencia absoluta impuesta al salir de su claustro les impidió mencionar su hambre.
El amanecer los encontró despiertos, tenían una misión que venía escrita dentro de un sobre que debía ser abierto al llegar, Así fue como Adamor encargo a Lucho y Urbano que pongan en condiciones de habitabilidad el lugar y el templo y ordenó a Fabrizio que encuentre el baño ya que debía defecar.
Abrieron los postigones y una claridad verdosa entró por la ventana, Adamor vació su vientre en una pelela en la habitación contigua, le fue limpiado el culo por Fabrizio y luego se dispuso a abrir el sobre con instrucciones.
Dentro del sobre que solo decía: “Adamor, obispo de Borgesse” sin remitente había otro de mejor hechura con la firma de la máxima autoridad, la nota manuscrita decía:
“
Adamor, no poca es la estima que por tu trabajo tenemos, por ello te encomendamos la difícil tarea de reacomodar el rebaño que por los lares de Borgesse habese dispersado por motivos que no quedan claros. Sabedores de lo difícil que suele ser luchar con nuestras armas contra otras tienes mi bendición para que emplees todo lo que creas conveniente para combatir lo que sea que allí cuela nuestra grey. Tienes un cofre con monedas de oro para que gestiones lo que creas y como creas conveniente, Monte Borgesse debe ser recuperado y así Borgesse también lo será.” -Fabrizio, trae un cofre negro que ha de estar dentro de los baúles.
Y así fué, un cofre negro con un candado le fue traído. Adamor lo abrió con la llave que cuelga de su cuello junto a la cruz obispal, la llave especial que todo Obispo porta para casos especiales. Dentro había dinero en papel y oro en monedas y lingotes, una pequeña fortuna.
Comprendió Adamor que el objeto de la instrucción de abrir el sobre estando en el lugar era para comprender la profundidad del caso. Ordenó a Fabrizio que se encargue de la vivienda para los religiosos junto con Urbano y Lucho para, luego, conseguir víveres y dar una vuelta para traer información, mencionado ésto trajo alivio a sus ayudantes a esa altura famélicos.
Ingresó al templo para realizar sus oraciones matutinas y volvió a la sacristía para inciar su labor; revisó los cajones del escritorio y del bargueño sólo encontró unas estampitas y una medalla de marax. comenzó a redactar en el cuaderno de informes sus primeras impresiones y volvió a reposar en el sillón.
Lucho indicó que la vivienda estaba como para ingresar, pero aún faltaban hacer reparaciones y encargarse de la maleza que rodeaba el templo.
Toda la instalación eléctrica estaba arrancada, las lamparas que estaban al alcance de un brazo: rotas y las noticias de Fabrizio tras su recorrida no fueron alentadoras, la ciudad parecía estar desierta, no había ni destacamento policial , en realidad había pero cerrado, y el muchacho que le entregó la llave era de un pueblo de las proximidades según pudo averiguar en el único al
macén establecido en las af
ueras, donde compro fideos, arroz
y encargó una carga de leña.
Se dirigió al pozo para sacar agua y el
balde salió repleto de ang
uilas que flotaban
en un agua pesti
lente.
La bomba que estaba en una coc
ina al fondo del predio sacaba la misma agua hediónda que el pozo.
-¡Hermanos, Hermanos!¡hemos sido arrojados al infierno por nuestros pecados! Salió gimoteando aterrado y frustrado en busca de sus compañeros.
Adamor, alterado por semejante escándalo fue al encuentro.
-Fa
brizi
o: has hecho un descubrimiento importante, ten calma. Llegaron Urbano y Lucho con los ojos abiertos como dos huevos fritos.
-Queridos Hermanos, Fabrizio ha encontrado la razón del abandono: el agua está en mal estado. Se que están hambrientos, pero resolveré ésto ya mismo. Fabrizio, acompáñame.
Salieron del templo y fueron hacia la estación munidos de un barril que Fabrizio arrastraba con una carretilla, el obispo le indicaba, que de seguro no pondrían agua hedionda en las locomotoras y así fue.
El telegrafista, único habitante visible de la inmensa estación los atendió.
-Señor Telegrafista, Ud dirá con quien puedo hablar para obtener un poco de agua potable para la catedral, según sabrá no es buena la que podemos sacar.
-Si no come anguila como los ingleses del ferrocarril no es bueno, bromeó el funcionario ferroviario. Puedo venderle agua, porque la noria no la podemos usar para cargar nuestros tanques y debe ser traída desde lejos en trenes especiales.
-¿cuanto sale el barril para los que salvan almas?
-Lo mismo que para los que las condenan; volvió a bromear, tres libras, perdón, 5 pesos oro los cien litros.
- Bien, aquí estan los 5 pesos.
-lleve el barril bajo la manga de carga de locomotoras, indicó el telegrafista.
Terminada la gestión Fabrizio salió para el templo con su preciada carga.
-Espero verlo en la misa.
-Lo lamento, soy metodista y acudo a la iglesia de Matria (el pueblo cercano).
-Entonces no nos veremos en el cielo, es una lástima, piénselo.
Cocinaron, comieron descansaron y prepararon todo para la primer ceremonia a la mañana siguiente.
Aún faltaba mucho para reparar pero a las siete hicieron sonar las campanas para la primer misa, encendieron cirios y velas por doquier, llenaron la pila de agua bendita (con poca agua según la indicación del obispo, por su costo y para que no se llene de mosquitos) , a las nueve y media hicieron sonar las campanas con la segunda llamada a misa. La niebla ahora verdosa que apagaba la luz del sol parecía atenuar el sonido de las campanas a pesar del empeño que mostraba Lucho en colgarse de la soga. A las diez y media repicaron nuevamente y abrieron las puertas.
Cerca de las once llegaron dos personas, aparentemente mujeres con túnicas negras que no dejaban ver sus rostros, se acomodaron en los últimos bancos
Era inquietante pero comprensible, tal vez tendrían Lepra o algún mal deformante típico de la vejez.
Participaron de toda la ceremonia, breve y complaciente concentrada en las bondades del cielo, pero no comulgaron. Se fueron con el paso cansino como el que emplearon para asistir.
Lucho, por orden de Adamor salió a seguirlas, iban por el camino al sudoeste, pasando el Almacén, en la salida del pueblo las perdió de vista en la bruma. Frustrado, volvió al templo pasando antes por el Almacén.
Como siempre había un gaucho matrero recostado en el estaño tomando caña a toda hora. Pendenciero con todos no pudo callar.
-¡Cruz diablo, ya están los cuervos rondándome!¡que el maligno me proteja!.
-Le podría pedir que me respete, pero seria inútil, mejor sería averiguar si no está buscado por desgraciarse en algún pago cercano.
El gaucho saco el facón que guardaba en su faja.
-Conseguite otra púa cuervo y veremos si hay otra razón para que me busquen.
El almacenero sacó la escopeta y amenazó
-Terminan con ésto o el que se desgracia soy yo, vos Pardo, no me provoques la clientela y ud. no entre en disputas cuando viste hábito ¿¡estamos de acuerdo!? U hoy muere alguien.
-No discuto con plomo don, solo estaba bromeando con el cuervo, seria muy fácil matarlo pero después van a hablar mal de mí, sólo peleo con hombres que no usan vestidos.
-¿que se le ofrece al religioso?, tome una grappa, invita la casa por la molestia.
-Recién pasaron dos señoras por este camino hacia las afueras, ¿sabe donde viven?.
-Poco sabemos de lo que pasa por ese camino, eso es lo único que le puedo decir.
El Obispo y el telegrafista Adamor encomendó que fueran sus adláteres los que desmalezaran, pulieran bronces y limpiaran todo; tendrían días por delante para ocuparse y dedicó a recorrer las calles de Borgesse vestido de civil, Las ventanas cerradas, los comercios cerrados, la niebla verde levemente dispersada para esa hora del mediodía su recorrida lo llevó a la estación del ferrocarril oeste donde se encontró con el Telegrafista, aparentemente el único dependiente en la gigantesca estación.
Se recostó sobre la tabla que estaba ante la ventanilla y lo saludó. El empleado lo miró con sorpresa.
-¡Que raro verlo sin sus atuendos!, me encuentra trabajando ¿que se le ofrece?.
-quiero hablar con alguien para saber que es lo que pasa aparte de las anguilas y la niebla verde ¿puede ser?.
-No creo poder ayudarlo mucho, pero le voy a contar lo que sé: yo soy nuevo en Borgesse, vengo de Oetling en chaco, era jefe de estación pero cuando Perón cerró el ferrocarril provincial de santa fe en el 49 no me quedó otra que venir por acó, no es un buen lugar Obispo, pero no por lo que se dijo. Siempre andan hablando que la gente extraña llegó dentro de las cajas negras que descargaron acá, le aseguro que era todo material y herramientas agrarias, de carpintería, calderas. Pero gente no. Las cajas estaban pintadas con brea para evitar que se dañaran con el aire de mar durante el viaje. Algunas eran grandes y venían en vagones abiertos. Para descargarlas se necesitaron tropillas de cincuenta caballos.
-¿Y a donde los llevaron?
-No lo sé, vinieron unos de túnicas negras que apenas se les veía la cara y se encargaron de todo, en un santiamén hicieron el trámite.
-Pero ¿a nombre de quien vinieron?
-Estaban remitidos a nombre de una sociedad y el que llegó me mostró el certificado que acreditaba al portador que todo eso era de él, el flete pagado y sanseacabó, lo podía retirar. Pero ¿por que tanto interés en eso? Acá hay que resolver el tema de las anguilas, de las nubes verdes o grises y de todo lo que espanta a la gente, lo que se habla de Monte Borgesse; si no fuera por lo que se mueve en cereales del lado sur de acá nos vamos todos.
-¿Y el vandalismo del templo?
-Esto está desierto hace años, deben de haber incursiones desde el sur para saquear, de pura maldad seguramente.
Adamor vio que no había mucha mas información por allí así es que saludó y volvió sobre sus pasos, pero cuando se dio vuelta el telegrafista lo llamó.
-¡Obispo, Obispo!, ¿por que no busca a Teo? El viejo que suele acercarse al almacén.
Giró la cabeza, asintió.
La histroria de Monte Borgesse Una comarca salvaje que fuera deshabitada desde el inicio de los tiempos, páramo desolado entre arenales anegados con la mínima lluvia y a los que para acceder el sinuoso camino serpenteaba entre pantanos.
De pronto, quienes por alguna extrañeza, debían acercarse al sitio percibieron humo a lo lejos y algunas formas oscuras deambulando por los caminos sobre todo al llegar el ocaso. En los pagos cercanos se habló de alguna inmigración, probablemente del este de Europa, atribuida a esas cajas negras que llegaron a borgesse en un tren de carga, pero, los sellos de las enormes cajas consignaban “maquinaria agrícola”, según aseguró el despachante del ferrocarril oeste.
Lo que seguro era que no osaron acercarse al único poblado para comprar provisiones ni enseres.
La gente de campo modera su curiosidad, sabedora de que, algunas cosas han de ser ignoradas. Por lo que, sobre todo los campos vecinos, guardaban su recelo para la ocasión oportuna.
Cierta tarde, por el sendero del oeste llegó un anciano al almacén a comprar aguardiente, grapa, su túnica negra y capucha dejaban ver una piel pálida en un rostro anguloso que con voz clara saludó, realizó su pedido.
-Tres botellas de grappa.
-¡como no maestro!.
Giró el almacenero para buscar al depósito.
-¡Parece que habrá fiesta en algun lado!.
Dijo provocativamente el gaucho acodado al mostrador.
-¡así es!, si gusta venir está invitado ¿sr?.
-Pascasio para servirle, también me llaman Pardo.
-Lo espero.
El gaucho quería provocar al anciano, pero no esperó esa respuesta.
-Está bien y ¿dónde es la fiesta?
-20 leguas al fondo de éste camino.
-Muy lejos.
-Otra vez será. Dijo cordialmente el anciano.
El ambiente se volvió pesado, como si un halo de materia repugnante hubiera descendido sobre el lugar.
El almacenero entregó las tres botellas, el viejo le dijo:
-espero que no le moleste que le pague con oro, no tengo dinero.
Puso una pepita sobre el mostrador.
-Creo que sobra cuando lo cambie verá, agregó.
Como si de alguien poderoso se tratase, invadió el silencio el salón, cada cual miró sus cartas y su copa de licor como para evitar que el viejo repare en él.
El almacenero asintió con la cabeza y un leve gesto de aprobación.
Algo indescriptible de sucedió en el tiempo entre que entró al almacén y se fue, nadie quiso asomarse a ver cómo había llegado hasta allí puesto que no se escuchó sonido de vehículo, caballo ni bestia alguna y veinte leguas eran veinte horas caminando pero nadie comentó nada a pesar de que era mucho lo que podían hablar al respecto.
El lugar quedó invadido por el pestilente aroma que comenzó a invadir el ambiente poco antes de que el viejo se retirara como una advertencia de que algo del viejo continuaba allí.
Las esporádicas visitas a borgesse de las gentes del páramo dejaban inquietud y el silencio se imponía, evitaban reparar en su aspecto por algún motivo repulsivo.
Los pocos que desandaron el camino hacia Monte Borgesse atravesando el páramo se llamaban a silencio.
Un grupo de misioneros llegó evangelizando la zona, sin mucho éxito en el poblado ya catequizado por la religión estatal, decidieron internarse en el páramo en busca de la redención para almas perdidas, nunca volvieron mas. Se habló de que siguieron hacia Lincoln y que apenas lo atravesaron. Con ésta negación pretendían evitar siquiera pensar.
Con el tiempo, el hedor (o la sensación de hedor que sucedía a la presencia de aquella gente) estaba como impregnado.
Teo se llamaba el anciano.
Ubicando a Teo El Obispo, acostumbrado a circular con su sequito y su estrafalaria vestimenta se sentía extraño al andar como la gente del vulgo, pero consideró (con algo de acierto) que tendría mas proximidad a la gente. Por ello encomendó a Urbano con Lucho la gestión del templo, que incluía dar misa y confesar y Fabrizio que tenga en estado todo los enseres que fueran necesarios.
Tomó unas monedas y fué hacia el almacén, único signo de vida en Borgesse.
Se presentó y fue bien recibido, Pascasio, también llamado el Pardo guardó silencio, solo asintiendo en señal de respeto.
Adamor, aceptó el trago de bienvenida que le ofreció el almacenero.
-De vuelta tenemos hombres de fe para guiar al rebaño.
-Un rebaño de pocos, se lamentó el Obispo.
-Tanto obispo para tan pocos.
-Sera que quieren alguien de mas alta jerarquía a ver si tiene mejor destino que el anterior.
-O para escuchar mas fuerte el ruido cuando se caiga ¿no le parece?. Provocó el Pardo.
-Todos los grandotes hacen ruido al caer, Replicó Adamor.
-No sé usted jefe, dijo dirigiéndose al almacenero, pero a mi me suena a provocación ¿o me equivoco? Concluyó mirando a Adamor, quien le sostuvo la mirada.
-Le gusta medir a la gente al amigo
-Solo a los grandes, cuanto mas grande mejor ¿sabe?.
Adamor sacó un 32 corto y le apuntó a la frente en medio de los ojos.
-Si le pongo un plomo en medio de su cabeza, ¿a quien le importará un gaucho matrero muerto por un obispo? Y si fuera al revés, le aseguro que lo van a buscar y todos se enterarán de lo mal que la pasa el que mata a un cuervo.
-Tranquilo, jefe, solo estaba bromeando y ya me iba ¿ve como me voy?, respondió el Pardo retirándose con la cola entre las patas.
-Tómese otra caña Obispo, la casa sigue invitando, no sabía que debajo de la sotana estaban armados.
-Yo tampoco.
-Es un gusto que esté por aquí, ¿que lo trae?.
-Ando buscando a un viejo Teo se llama, ¿lo conoce?.
-Viene por acá cada tanto.
-¿Podría decirle que pase por el templo?.
-Así se hará.
Apuró su copa de caña y salió.
Los días pasaron y, llegó Teo a las puertas del templo, palmeó sus manos en el atrio, recibido por Urbano fue invitado a pasar.
-No, gracias, prefiero no entrar, el Obispo solicitó mi presencia y aquí estoy, en terreno santo, pero no tanto como dentro.
Adamor, salió y repitió la invitación que fue rechazada.
-De donde no entro no puedo ser echado.
-¿por que piensa que lo echaré?.
-Porque el anterior ya lo hizo, se encaprichó y así le fue.
-¿como le fue?, cuénteme usted.
-no, no repetiré los errores del pasado, si me acompaña, nos sentamos acá enfrente, en la plaza y charlamos, no se si le contaré.
Entregado a la intriga planteada por Teo, Adamor accedió.
En la plaza, saturada de malezas por tanto tiempo de descuido se sentaron en el unico banco que fuera perdonado por la naturaleza.
-y bien, comenzó Teo, aquí me tiene.
Adamor miraba al enjuto y cadavérico rostro del anciano enmarcado por la capucha negra, evitaba el aroma pútrido que parecía envolverlo, como una nube, se preguntó cuantos años tendría y por donde iniciar una charla fructífera.
-¿donde vive?, preguntó
-¿eso es lo que le interesa?
-sí, también, yo vivo acá enfrente ¿y usted?.
-conozco su trabajo, su procedencia y hasta sus otras cualidades.
-¿que cualidades?
-venial, perverso…¿sigo?
-déjeme conocerlo y le hago lista de las suyas.
-Las mías tienen un precio, todo tiene un precio, cada palabra lo tiene.
-¿Habla de que le pague?.
-si, no voy a perder el tiempo ayudando a quién mucho tiene para que tenga mas.
-No lo acepto, buenas tardes.
-si se arrepiente, avise, dijo Teo, poniéndose de pié.
La idea de la extorsión no le agradó, si bien, estaba dispuesto a todo, aun faltaban instancias. Encomendó a Fabrizio, que estuvo parado todo el tiempo tras una columna del atrio, que lo siguiera. Volvió con pobres noticias, se perdió en la neblina verde del camino que sale hacia el sudoeste, corrió pero es como si hubiera desaparecido.
Intento de Viaje de Adamor al páramo El viejo chevrolet renegaba con los arenosos caminos, polvo, arena y el calor sumaba su parte al tedioso devenir del vehículo.
-¿falta mucho?
-Y…debe quedar lejos…
-¿nunca fue?
-No, nadie de Matria va para Monte Borgesse, dicen que no hay nada bueno, pero cuénteme: ¿como es ese trabajo de ser Obispo?.
-No es un trabajo, es una vocación.
-Bien, entonces ¿como es esa vocación?
-dedicas tu vida a la religión
-Yo dedico mi vida a trabajar ¿cual es la diferencia?
-Cuando baja de esta carcacha ruidosa y llena de polvo, se encuentra con su familia.
-Supongamos...usted cuando no esta en misa va a la sacristía o la casa parroquial y alli termina su día y no debe preocuparse por nada.
-Por el alma Señor chofer, por el alma de la grey y, la buena conducta de los sacerdotes y cumplir la voluntad de mis superiores.
-Me llamo Pedro y Usted.
-Adamor
-Pero Ud tiene asegurada la vida.
-No lo crea… no lo crea.
Adamor y Fabrizio se embarcaron en un viaje hacia la comarca maldita, tal como la nombró en su cuaderno de notas, esperaba que en algún momento pudiera ver por sus propios ojos aquello tan temido, innombrable.
Pedro, el chofer renegaba con el carromato en la arena del camino, balanceándose de un lado al otro de la calzada, la niebla verde, el aire sofocado de calor, el ruido y el polvo crecían de intensidad.
-Es un espanto éste camino… protestaba Pedro hasta que el auto comenzó a echar humo por el radiador.
-¿y ahora que ha pasado?
-¿¡que no vé que se recalentó por el esfuerzo!?, esto es un arenal del infierno.
Adamor bajó del automóvil, e intentó caminar hacia adelante comprobando que era casi imposible, la fina arena presentaba una tenaz oposición a avanzar al hundirse los pies hasta quedar cubiertos por la arena.
-Vamos Fabricio, ayuda al chofer, demos vuelta y volvamos a Borgesse.
Pasado un rato, con el auto mas frio, agregaron agua y con dificultad maniobraron para volver.
El obispo se estaba convenciendo de que tendría que hablar con Teo de nuevo. Cuando entraron al pueblo, Fabrizio entró al almacén y dejo aviso para que Teo pase por el Templo.
Proyecto de viaje de Adamor al paramo -Aqui estoy, cumpliendo mi palabra Obispo, ¿que se le ofrece?
-Varias cosas
-Estoy a su servicio.
-Cúmpleme mis deseos y te colmaré de riquezas, te doy mi palabra.
-De seguro así será, comencemos.
-¿por que confías en que será asi, que cumpliré?
-porque lo hará.
-¿donde vives?
-muy cerca del Páramo
-¿como andas por esos caminos del diablo?
-porque alguien me enseño el camino correcto, que no es el que todos intentan.
-¿que pasa en el páramo?¿que es la niebla?¿que es el olor?
-Lo que llaman páramo es una depresión del terreno yerma, la niebla es un desecho de lo que se poduce naturalmente, la descomposición de la materia, ese es el olor, en principio.
-¿que pasó con la gente?
-el miedo, el aburrimiento, la ignorancia, la falta de fe en algo real, todo eso auyentó… solo quedan los deshauciados y los audaces.
-Todo parece fácil escuchándote ¿y el sacerdote?.
-No me oyó.
-¿que cosa no oyó?
-que debe oirme, porque por éstos lares las cosas que reinan no son las que reinan por otros.
-¿hablas acaso del maligno?
-Hablo de otras verdades no menores a las vuestras, otras fuerzas, otro sol.
-y tu, ¿estás con esas otras fuerzas?.
-estoy mas allá de unas y de otras.
-¿eres de los que viven en el Páramo?
-No, cerca, en un bosque.
-Pero los conoces
-Tengo trato
-¿quienes son?¿son humanos?
-no lo sé, siempre los he visto con su túnica negra, cultivando, cuidando los animales, no se si son hombres, mujeres o niños; se que hablan extraño y tienen costumbres repugnantes como lo han de ser las nuestras para ellos.
-¿que costumbres?, preguntó titubeante Adamor.
-Rituales, desenfreno, parte del hedor repugnante se intensifica cuando danzan, cierta vez me invitaron a cenar, me fue servida una pieza de carne de algún animal irreconocible y su vino, suave y dulce sabia extraño, solo sé que aceptaron mi aguardiente y con varias copas logré bajar aquel alimento. No se si por la danza o por el alcohol que tomé, pude ver, entre ellos pasar unos seres pequeños y esferas que brillaban azules en la noche. Volví a mi choza confundido.
-¿que tan posible es visitarlos?
-déjelo en mis manos, veré que puedo hacer.
El recorrido se inició muy de madrugada, Teo Adamor y Fabrizio marcharon rumbo a la salida sudoeste, inmersos en la niebla verde apenas vislumbraban la luna, en un punto del arenal giraron hacia la izquierda y el sendero, al principio rodeado de arena, fue discurriendo entre vegetación y subiendo, después de unas horas de marcha, con el sol a unos grados sobre el horizonte accedieron a una zona de cultivos varios y viñedos hasta llegar a un poblado prolijo y aun en silencio, las casas cuidadas con jardines y calles limpias difería mucho de lo que hubiera esperado.
-¿y tu dónde vives?
-por aquí cerca, ya pasamos la senda que lleva a mi choza.
Llegaron a una plaza pequeña ante la entrada de un templo y se sentaron en una banca.
-¿y ahora?
-Esperemos ya vendrán.
En efecto, una vez iniciada la actividad vieron llegar un individuo de baja estatura (la estatura media de aquellos habitantes era baja) llevaba una túnica negra con una capucha que apenas dejaba ver unas facciones menudas.
Con voz grave se presentó y se pusieron de pié los tres:
-Bienvenidos, soy Edomai, el rector de Monte Borgesse.
-Adamor Obispo de Borgesse y el Hermano Fabrizio.
-¡caramba!, ya tenemos una coincidencia, parecemos regir sitios próximos.
-Teo: ¿éstos son quienes me mencionaste?
-Si Edomai.
-Bien, ¿que se os ofrece que le ha hecho llegar tan lejos?.
-Queremos saber de ustedes, quienes son, a que han venido.
-Estamos hace mucho, somos los habitantes de aquí.
-noto un acento que no es de aquí.
-llegamos hace mucho.
-¿tienen párroco en el templo?
-nuestro templo no lleva párroco, a veces soy yo, a veces es otro habitante que habla a la comunidad.
-¿de que congregación son?
-de la de Monte Borgesse ¿gustarían pasar al templo?
El templo era una construcción muy bella y cuidada, blanca, algo barroca, dentro presidía el lugar un símbolo desconocido, que transcribo a continuación:
Una elipse vertical con otra mas pequeña encima que tiene un punto azul arriba y como si fueran dos brazos abiertos dentro.
📷
-¿que representa ese símbolo?
El anfitrión tomó asiento e invitó a la comitiva a hacer lo mismo con un gesto y con la pausada voz que lo caracterizó respondió:
-No lo sabemos, pero cuando estabamos llegando, los que mirámos hacia el sol pudimos ver esa imagen en verde con el circulo en azul, nos pareció un buen indicio y lo tomamos como emblema.
-Pero no tendrán salvación.
-¿que es la salvación?
-¿No les importa su alma?
-No, será lo que deba ser, solo nos preocupamos por vivir en buenos términos con todos sin fastidiar ni ser fastidiados.
-Pero adoran a criaturas extrañas.
-Mostramos respeto por todo lo que manifieste sabiduría.
-Pero son conscientes de que provocan una atmósfera pesada que espanta; tienen costumbres repugnantes y blasfemas.
-Para usted, para mi no.
-Pero hay una sola verdad: la del creador del todo.
-Mis respetos por él, entonces él creo lo que se nos representa y adoramos o, mas bien, mostramos respeto.
-Respetan la imagen que se les presentó.
-si, es la que se nos representó ¿a usted cual se le representó?
-no necesito mas que mi fe, ¡bendito quien crea sin ver!
-bien, si es su gusto.
-Les ofrezco la salvación ¡quiten ese símbolo blasfemo! Pongan una cruz, acepten el salvador y vivirán en armonía.
-vivimos en armonía.
-no conmigo y lo que represento.
-¡carámba!, puesto que ese era el fin de vuestra visita.
-si, terminar con la insidia.
-Pues bien Obispo, si no respeta nuestro orden hemos terminado.
La comitiva salió y en la puerta vieron alrededor las esferas azules de las que habló Teo, flotando sobre ellos y alrededor como moscas, eran tres que los siguieron hasta donde comenzaba la niebla.
Si bien según el tiempo transcurrido no eran mas que unas seis horas llegaron a Borghese bien entrada la noche.
-Pero que demonios pasa aquí, reparó Adamor en cuanto comprendió que el tiempo estaba alterado.
-Nos hemos metido en donde no debíamos o, nos peleamos con quien no debíamos, usted se peleó querido obispo.
-Solo intenté llevar la palabra, es mi deber.
-Claro, a veces, el deber nos impone ciertas condiciones y limitaciones.
-¿a que te refieres maldito Teo?, no me hableís con rodeos.
-No se puede combatir determinadas fuerzas con la palabra. Pero estamos todos cansados, es de noche y debemos reflexionar, vuelvo a mi choza, pronto volveré.
Teo explica -Ya que me mandasteis llamar aquí estoy, el tabernáculo secreto de lo desconocido suele manifestarse en el bosque, allí entramos y verificamos augustos misterios que nos obligan a adentrarnos en múltiples conocimientos, encontramos los rostros ocultos en los árboles, rostros de aquellos que por allí pasaron y fueron atrapados, encontramos cómo el oro nace de las aguas, de la tierra y de cada fragmento de la materia, a veces me confundo con los habitantes de Monte Borgesse y a veces con los que deambulan por los bosques.
Hoy soy quien trae la llave que necesitas, la puerta para tus deseos, pero debes tener la mente abierta a lo que escucharás. Me llamaste porque estas perdido, las presiones de tu gente por destruir Monte Borghese son enormes, lo entiendo. Haz visto que no ganarás con tu palabra, me necesitas para darte las herramientas.
-Te siento entrometido e insoportable pero ¿a que te refieres realmente?.
-Primero dime tú que es lo que te apetece.
-Quiero que Borgesse vuelva a ser el lugar donde viva gente que venga a la iglesia y desalojar a los infames del Monte Borgesse, aquellos que me han robado la grey.
-No voy a defender a los del monte, pero el tema de las anguilas y la niebla no son su producto y ellos no tienen a tu grey, ellos tienen la tuya.
-Cuéntame sobre la niebla verde y las anguilas.
-la niebla verde surge del sudor del bosque cuyos ácidos mezclados con el mercurio que fluye por debajo de la falda del monte hacia las marismas condensa el sulfuro que respiramos y emanamos, adecuadamente tratadas en el atanor, estas sustancias pueden producir algo de oro, muy poco, pero puro. Las anguilas existen en nuestras aguas porque la naturaleza perezosa de muchos les ha dado de comer al sacar agua de poca profundidad y, si bien los ingleses del ferrocarril eran mas operativos ya no son ingleses los del ferrocarril, son de acá, de dónde no hacen pozos para tener mejor agua, pereza que le dicen. Las cosas cambian rápido en la humanidad y así es como Borgesse está como usted la ve.
-Destruyamos el bosque y se ira la niebla.
-Todo se puede, pero usted me ofreció riquezas y de ello no hemos hablado, no es mi agrado destruir el bosque porque de aquellos vapores sulfurosos saco mi oro y si bien no tengo apetencias extremas, necesito para vivir.
-¿dudas de mi palabra?
-¡por supuesto!, pero sé que, de algún modo, pagará. Entiendo que quiere destruir Monte Borgesse, su prosperidad y su gente, delo por hecho, entiendo que también quiere acabar la niebla y también se hará y, las anguilas se puede reparar también.
-Bien, pero, hasta ahora no te tengo en claro.
-Veo que todo lo que traté de explicarte no está dentro de tus posibilidades de entendimiento. Yo puedo proveerte de un asistente que hará todo el trabajo sucio, un ser salido de tu simiente, que, con mi asesoramiento te servirá, pero requiero de material: pan, como llamo al oro para ser mas claro, oro para alimentar ciertas fuerzas que lo generen. En unos meses será todo tuyo.
-Y tu no dices que produces oro.
-Es mucho el oro que necesito y, para mantener la pureza del procedimiento ha de ser tu oro, el que tú me des para el trabajo específico del cual yo no puedo tomar ni un gramo. Respetando las reglas del arte será un resultado fabuloso.
-Bien, supongamos que acepto, como seguiremos.
-Debemos disponer de la catedral para el rito, un ayudante tuyo de mayor confianza y el oro que te iré pidiendo, en un mes tendrás a tu demonio personal, pero debes atenderme a mi para que te resulte útil.
El obispo, se entregó a aquella propuesta, se cubrieron los vitrales de la catedral hasta que ésta quedara totalmente oscura, el Obispo depositó sus sales vitales sobre un huevo que trajo Teo en cierta noche de cierto día, de modo tal que todo el ritual esté de acuerdo con las reglas del arte.
Una tarde, Teo, trajo a una mujer y una anciana al templo que fueron presentadas al Obispo, con particular desdén se asomó al altar; Teo presentó a la que concebiría al ser y la anciana que oficiaría de partera, era parte del ritual.
Adamor estaba cada vez mas rehacio a escuchar y participar de todo aquello, ya no prestaba atención a las instrucciones que Teo le daba. Por medio de Fabrizio atendía las necesidades pecunarias que solicitaba Teo.
Nacimiento CONTINUARA SI LO DESEAN...
This translation was collaboratively written by Laura Sánchez and Morgan Lewin (
aquatermain ), based on
this earlier thread pertaining to the discovery of a mass grave in the grounds of a Residential School in Canada. Since that thread was published, 751 unmarked graves were found in the grounds of a Residential School in Saskatchewan, and just last week, we saw the announcement of the discovery of 182 unmarked graves at the St. Eugene's Mission School grounds in British Columbia: This translation, made with the express purpose of sharing the knowledge gathered by the authors of the original thread with Spanish-speaking students in Argentina and other countries, is dedicated by us, the translators, to the memory of the more than six thousand children who were murdered under the residential school system in Canada alone, and to the memory of the thousands more who remain disappeared and unaccounted for both in Canada and the United States.
"¿Quién es estx niñx?" Una Historia Indígena de lxs Desaparecidxs y Asesinadxs Preludio Esta traducción fue realizada de manera colaborativa por Laura Sánchez y Morgan Lewin. La
redacción original fue producida por lxs usuarixs
u/Snapshot52 y
u/EdHistory101, miembrxs del equipo de moderación y colegas de Lewin, parte de la administración del foro de historia pública digital AskHistorians, en colaboración con lx usuarix
u/anthropology_nerd.
Lxs traductorxs consideran necesario realizar algunas apreciaciones semánticas con respecto al uso de términos como “aborígen”, “indígena” e “indio/a/x”. Visto y considerando que el material original fue producido a partir de una investigación realizada por historiadorxs norteamericanxs especializadxs tanto en la historia de los sistemas educativos estadounidense y canadiense, la historia de la antropología y la historia de los pueblos originarios y la colonización de Norteamérica, el texto fue redactado de acuerdo al vernáculo tradicional del inglés norteamericano. Allí, particularmente en el caso de las tribus y naciones originarias que habitan el territorio ocupado por los actuales Estados Unidos, el uso de la palabra “Indian”, traducido literalmente como “indio/a/x” es de uso común; es un término que ha sido re-territorializado y re-apropiado por los pueblos originarios, reconstruyendo el término original, que fue deformado durante el siglo XIX por racistas blancxs quienes lo utilizaron de forma peyorativa bajo la forma “injun”.
En este sentido, y procurando respetar el significado simbólico y cultural que el término “Indian” posee para estas comunidades, lxs traductorxs han decidido preservar la traducción literal del término. Esto no refleja, bajo ningún aspecto, una intencionalidad peyorativa por parte de lxs traductorxs, quienes comprenden y admiten que en la Argentina, así como en la mayor parte de la región latinoamericana, los pueblos originarios no reconocen el uso del término “indio/a/x” como válido.
Por otra parte, consideramos importante resaltar que, entre la fecha de producción del material original y la fecha de la presente traducción, se descubrieron 751 tumbas anónimas y sin identificación visible en el complejo de la Escuela Residencial Indígena Marieval, ubicada en la región canadiense de Saskatchewan, y 182 tumbas anónimas más en el complejo del internado para niñxs indígenas St. Eugene’s Mission, en British Columbia. Este trabajo de traducción está dedicado a lxs más de seis mil niñxs y adolescentes asesinados en el sistema de escuelas residenciales solo en el territorio canadiense, y a los miles más que continúan desaparecidxs tanto en Canadá como en Estados Unidos.
Resumen de los anuncios recientes El 27 de mayo de 2021, la jefa de la Primera Nación Tk'emlúps te Secwépemc de la Columbia Británica, Rosanne Casimir, anunció el descubrimiento de los restos de 215 niñxs en una fosa común en el terreno de la Escuela Residencial para Aborígenes Kamloops. La tumba común, que contenía niñxs desde los tres años de edad, fue descubierta mediante el uso de radares de penetración terrestre. De acuerdo a la declaración de Casimir, la escuela no había dejado ningún registro de estos entierros. Los esfuerzos de recuperación venideros ayudarán a determinar la cronología alrededor de los entierros, así como también a la identificación de estxs estudiantes (
Fuente).
Para los pueblos indígenas de Estados Unidos y Canadá, el descubrimiento de esta fosa común reabrió las heridas intergeneracionales creadas por los sistemas de internados/escuelas residenciales que fueron implementados respectivamente en cada nación colonizadora. Sobrevivientes y familiares de aquellxs que no sobrevivieron han pasado décadas abogando por prácticas de investigación y restitución. Han propuesto movilizaciones a nivel nacional y trabajado incansablemente para forzar la construcción de una concientización nacional e internacional en torno a un pasado genocida, que ha incluido
fosas comunes similares conteniendo restos de niñxs indígenas
a lo largo y ancho de Norteamérica. El reconocimiento y la retribución, tanto en Estados Unidos como en Canadá, se han dado lentamente.
A medida que emerjan nuevos datos e información a lo largo de las próximas semanas y meses, las vidas y experiencias de estxs 215 niñxs serán reconstruidas por sobrevivientes de la Escuela Kamloops, junto con sus descendientes, historiadorxs y arquéologxs. En este artículo, proveemos una breve introducción a la historia del sistema de escuelas residenciales/industriales/internados, así como también un contexto para explicar cómo niñxs en situaciones similares a lxs encontrados navegaron sus experiencias frente a un sistema tan profundamente opresor. La violencia ejercida sobre estxs niñxs fue la continuación de una conquista fallida que comenzó siglos atrás, y que se continúa manifestando en las tasas desproporcionadas de personas indígenas desaparecidas y asesinadas, con una incidencia particularmente marcada en el caso de las mujeres.
Resumen de los Sistemas de Internados y Escuelas Residenciales para Aborígenes Durante los siglos XVI y XVII, las misiones católicas utilizaron rutinariamente trabajo infantil forzoso para la construcción y el mantenimiento edilicio. Los misioneros consideraron que “civilizar” a niñxs indígenas era parte de su responsabilidad espiritual y uno de los primeros estatutos vinculados a educación en las colonias británicas de Norteamérica era una guía para los colonizadores sobre como “educar correctamente a los niños indios mantenidos como rehenes” (Fraser, p. 4). Si bien los primeros Internados indígenas manejados por el gobierno de los Estados Unidos no abrieron hasta 1879, el gobierno federal respaldaba estos esfuerzos dirigidos por religiosos mediante la elaboración de legislación, previo a asumir completamente la jurisdicción administrativa, empezando por la “Ley de Fondo Civilizatorio” (Civilization Fund Act) de 1819,
una asignación anual de dinero a ser utilizado por grupos que proveían servicios educativos a Tribus que estaban en contacto con asentamientos blancos. La creación de estos sistemas en ambos países fue afirmada sobre la base de la creencia entre adultos blancos de que había algo malo o “salvaje” con la forma indígena de ser, y “educando” a lxs niñxs podrían avanzar de la forma más efectiva y salvar personas indígenas. Para el momento en que las escuelas comenzaron a inscribir niñxs hacia mediados y fines del 1800, los pueblos y naciones indígenas de Norteamérica habían experimentado siglos de desplazamientos forzosos, tratados rotos o ignorados, y genocidio. Comprender esta historia ayuda a contextualizar cómo es posible encontrar anécdotas sobre padres indígenas enviando voluntariamente a sus hijxs a estas escuelas, o por qué muchos abolicionistas en los Estados Unidos apoyaron estas escuelas. Más allá de las razones por las cuales un niñx terminaba en una escuela, estaban normalmente a millas de sus comunidades y sus hogares, ubicadxs allí por adultos. Sin considerar la extensión en el tiempo de su experiencia en la escuela, su sentido de identidad indígena estaba por siempre alterado.
Es imposible saber el número exacto de niños que dejaron, o fueron forzados a dejar, sus hogares y comunidades, para ir a lugares conocidos como Internados Indios, Escuelas Residenciales Aborígenes o Escuelas Residenciales Indias. Más de 600 escuelas fueron abiertas a lo largo del continente, a menudo en lugares deliberadamente alejados de las reservas o comunidades indígenas. Las fuentes indican que el número de niños inscriptos en estas escuelas en Canadá fue alrededor de
150000. Es importante remarcar que estas escuelas no eran escuelas en el sentido que tenemos de ellas en la época moderna. No tenían colores brillantes, lecturas en voz alta, hora de cuentos u oportunidades para jugar. Como explicaremos más abajo, de todos modos esto no significaba que lxs niñxs no encontraran alegría y comunidad. El foco principal no estaba puesto en el intelecto de lxs niñxs, sino en sus cuerpos y, especialmente en las escuelas dirigidas por miembros de la iglesia, sus almas. Los objetivos pedagógicos de lxs maestrxs eran “civilizar” a lxs niñxs indígenas; usaban los medios que consideraran necesarios para quebrar la conexión de lxs niñxs con sus comunidades, con su identidad y su cultura, incluyendo castigos corporales y ayunos forzosos.
Este post de
u/Snapshot52 provee una historia más extensa sobre la racionalidad de estas “escuelas”.
Uno de los objetivos principales de las escuelas puede verse en su nombre. Aunque lxs niñxs que eran inscriptos en las escuelas llegaban desde cientos de tribus diferentes - El Asilo Thomas de Niños Indios Huérfanos y Desahuciados del oeste de Nueva York inscribió niñxs Haudenosaunee, incluyendo aquellos de las cercanas comunidades Mohawk y Seneca, así como niñxs de otras comunidades indígenas a lo largo de toda la costa este (Burich, 2007)- se refería a todxs ellxs como “indios”, sin importar sus diferentes identidades, lenguajes y tradiciones culturales. (
Este post provee más información sobre las nomenclaturas e identidades indígenas). Además, sólo el 20% de lxs niñxs eran realmente huérfanxs; la mayoría de ellxs tenían familiares vivxs y comunidades que podían y usualmente querían cuidarlxs.
Similitudes entre los sistemas y las escuelas canadienses y estadounidenses Cuando fui hacia el este, hacia la Escuela Carlisle, pensé que iba a morir allí;... No se me ocurría otro motivo por el cual gente blanca podría querer tener pequeños niños Lakota que no fuese para matarlos, pero pensé aquí está mi oportunidad para demostrar que puedo morir con valentía. Así que fui hacia el este para mostrarle a mi padre y a mi pueblo que era valiente y estaba dispuesto a morir por ellos. (Óta Kté/Plenty Kill/Luther Standing Bear) El fundador del modelo estadounidense de escuelas residenciales e internados, quien también fuera superintendente de la escuela insignia en Carlisle, Pennsylvania, Richard Henry Pratt, deseaba imponer una cierta forma de muerte en sus estudiantes. Pratt creía que al forzar a lxs niñxs indígenas a “matar al indio/salvaje” adentro suyo, podrían vivir como ciudadanxs iguales en una nación progresivamente civilizada. Para ello, lxs estudiantes eran despojadxs de todo vestigio de sus vidas y pasados. La llegada a la escuela significaba la destrucción de vestimentas hechas cariñosamente por sus familias, que eran reemplazadas por uniformes almidonados e incómodos y botas rígidas. Puesto que los nombres indígenas eran demasiado complejos para los oídos y las lenguas de lxs blancxs, lxs estudiantes elegían, o se les asignaban, nombres anglicanizados. Los idiomas indígenas eran prohibidos, y “hablar como indixs” resultaba en duros castigos corporales. Académicxs como Eve Haque y Shelbi Nahwilet Meissner utilizan el término “lingüicidio” para describir esfuerzos deliberados realizados con el fin de destruir un lenguaje, e indican que lo sucedido en estas escuelas apuntaba a tal objetivo.
Quizás la experiencia más inicialmente traumática para nuevxs estudiantes haya sido el corte obligatorio de cabellos, acto nominalmente llevado a cabo para prevenir la presencia de piojos, pero interpretado por lxs estudiantes como un acto de marcamiento hecho por la “civilización”. Esta acción sutil pero culturalmente destructiva generaba experiencias de duelo y tortura emocional, puesto que el corte de cabello era, y continúa siendo, considerado un acto de duelo para muchas comunidades indígenas, reservado para la muerte de unx familiar cercanx. Esto daba como resultado una marcada confusión psicológica para un gran número de niñxs, quienes no tenían forma alguna de conocer el destino de las familias que habían sido forzadxs a abandonar. Al remover forzosamente a lxs niñxs de sus naciones y sus familias, las escuelas residenciales evitaban intencionalmente la transmisión del lenguaje y los conocimientos culturales tradicionales. El objetivo original de lxs administradores de las escuelas era, por ende, asesinar la identidad indígena en una sola generación.
En eso, fallaron A lo largo del tiempo, los métodos y propósitos de las escuelas se modificaron, enfocándose en cambio en convertir a lxs niñxs indígenas en ciudadanos “útiles” en una nación que se modernizaba. Además de los tópicos escolares usuales, como leer y escribir, lxs estudiantes de las escuelas residenciales se involucraban en clases prácticas como cría de ganado, hojalatería, fabricación de aparejos y costura. Trabajaban en los terrenos de las escuelas, cosechando su propia comida, aunque muchxs estudiantes reportaron que las porciones de mejor calidad terminaban, de alguna manera, en los platos de lxs profesores, y nunca en los suyos. Las niñas trabajaban en la húmeda lavandería de la escuela, o fregaban platos y pisos después de clases. El rigor de los trabajos escolares, combinado con el trabajo manual que permitía que las escuelas funcionaran, dejaba a lxs niñxs exhaustxs. Los sobrevivientes reportan abusos físicos y sexuales generalizados durante sus años en la escuela.
Las epidemias de enfermedades infecciosas como la influenza y el sarampión usualmente se extendían entre las estrechas y mal ventiladas barracas de los dormitorios de las residencias. Lxs niñxs, ya debilitadxs por las raciones insuficientes, el trabajo forzado y el estrés psicosocial acumulado de la experiencia de las escuelas residenciales sucumbían rápidamente a los patógenos. La enfermedad más letal era la tuberculosis, conocida en la época como tisis. El superintendente de Crow Creek, en Dakota del Sur, reportaba que prácticamente todxs sus estudiantes “parecían haberse contaminado con escrófula y tisis” (Adams, p. 130).
En la reserva Nez Perce de Idaho, en 1908, el agente de indios Oscar H. Lipps y el médico de la agencia John N. Alley se confabularon para cerrar el internado de Fort Lapwai y abrir una escuela sanitaria, un establecimiento para proveer servicios médicos debido a la gran tasa de niñxs indígenas con tuberculosis, “mientras en simultáneo se atienden las metas educativas consistentes con las campañas de asimilación” (James, 2011, p. 152)
De hecho, las altas tasas de mortalidad de los internados / escuelas residenciales se convirtieron en una fuente de vergüenza oculta para superintendentes como Pratt en Carlisle. De los cuarenta estudiantes incluidos en las primeras clases de Pratt, diez murieron en los primeros tres años, tanto en la escuela como apenas al llegar a sus hogares. Las tasas de mortalidad eran tan altas, y los superintendentes estaban tan preocupados por las estadísticas, que las escuelas comenzaron a trasladar niñxs enfermxs a morir a sus hogares, y oficialmente sólo reportaban las muertes que ocurrían en los terrenos escolares (Adams p. 130).
Cuando un alumno comienza a tener hemorragias pulmonares, él o ella saben, y todos sabemos, exactamente lo que significan… y tales acontecimientos siguen ocurriendo, por intervalos, a lo largo de cada año. No muchos alumnos mueren en la escuela. Prefieren no hacerlo; y sus últimos deseos y los de sus padres no son descartados. Pero regresan a sus hogares y mueren… cuatro lo han hecho solo en este año. (Reporte Anual del Comisionado de Asuntos Indios, Crow Creek, 1897).
A menudo, los superintendentes culpaban a las familias indígenas, mencionando el mal estado de salud de lxs estudiantes en la llegada a la escuela, en lugar de las malas condiciones sanitarias que los rodeaban en ella. En Carlisle, nave insignia de las escuelas residenciales / internados de los Estados Unidos y sitio de la mayor negligencia gubernamental en la nación, el cementerio de la escuela contiene 192 tumbas. Trece lápidas están grabadas con una sola palabra: Desconocido.
Especificidades del sistema canadiense Inculcamos en ellos un pronunciado disgusto por la vida nativa, para lograr que se sientan humillados cuando se les recuerda su origen. Cuando se gradúen de nuestras instituciones, los niños habrán perdido todo lo nativo, a excepción de su sangre (Cita atribuida al Obispo Vital-Justin Grandin, temprano defensor del sistema de Escuelas Residenciales canadiense)
Un
informe sumario creado por la Unión de Indígenas de Ontario basado en el trabajo y los hallazgos de la
Comisión por la Verdad y la Reconciliación de Canadá expone una cantidad de información específica, incluyendo que las escuelas en Canadá estaban predominantemente financiadas y operadas por el Gobierno de Canadá y la Iglesia Católica Romana, e iglesias Anglicanas, Metodistas, Presbiterianas y Unidas de Canadá. Cambios en la Ley India en los años 1920 volvieron obligatoria la asistencia a las escuelas para todxs lxs niñxs indígenas entre siete y dieciséis años, y en 1933 se otorgó a lxs directorxs de las escuelas la guardia legal sobre lxs niñxs de las escuelas, forzando en efecto a que los padres cedieran la custodia legal sobre sus hijxs.
El
sitio web de la Comisión es un buen recurso para conocer más sobre la historia de las escuelas.
Especificidades del sistema estadounidense El sistema estadounidense estaba planeado tanto para el aspecto humanitario como para el imperial en la hegemonía en formación. Mientras lxs indixs estaban a menudo en el camino de la conquista, elementos del público norteamericano sentían que había una necesidad de “civilizar” las tribus para acercarlos a la sociedad y a la salvación. Con esta idea en mente, la modalidad considerada para esta transformación era la educación: la destrucción de una identidad cultural opuesta al Destino Manifiesto, con la simultánea construcción de un miembro ideal (aunque aún en minoría) miembro de la sociedad.
No es casual que muchos de los métodos que los adultos blancos utilizaban en los Internados indios guardaran similitudes con los métodos utilizados por los esclavistas en el Sur estadounidense. Lxs niñxs de una misma tribu o comunidad eran a menudo separados entre sí, para asegurarse que no se comunicaran en otro idioma que no fuera el inglés. Si bien hay anécdotas de niñxs que elegían su nombre inglés o blanco, a la mayoría se le asignaba un nombre, a veces apuntando a una lista de garabatos indescifrables (nombres potenciales) escritos en una pizarra (Luther Standing Bear). Carlisle en particular era visto como el mejor escenario posible, y a veces tomado como una vitrina de aquello que era posible en relación con el proceso de “civilizar” a niñxs indígenas. En lugar de matar a las personas indígenas, Pratt y otros superintendentes vieron su solución de re-educación como un enfoque más viable y cristiano al “problema indio”.
Resistencia y restitución Así como ocurre con investigaciones sobre sistemas opresivos similares (la esclavitud africana en el sur norteamericano, novicios en misiones de la Norteamérica española, etc.), la comprensión sobre cómo lxs niñxs de internados / escuelas residenciales atravesaban este ambiente genocida debe evitar la interpretación de cada acto como una reacción o respuesta a la autoridad. En cambio, las historias de lxs sobrevivientes nos ayudan a ver a lxs estudiantes como agentes activos, persiguiendo sus propias metas, en sus propios marcos temporales, lo más a menudo que podían. Por otra parte, muchxs graduadxs de las escuelas pueden hablar del placer que encontraban en el aprendizaje de literatura europea, ciencia o música y pudieron armar sus vidas incluyendo los conocimientos conseguidos en estas escuelas. Tales anécdotas no son evidencias de que las escuelas “funcionaron” o fueron necesarias, sino más bien sirven como ejemplos de la agencia y auto-determinación de lxs graduadxs.
Sobrevivir al cautiverio significó selectivamente adaptarse y resistir, a veces de un momento a otro, a lo largo del día. La forma más común de resistencia era la huida. Las huidas ocurrían tan a menudo que Carlisle no se molestaba en reportar alumnos desaparecidos a menos que se ausentaran por más de una semana. Una sobreviviente reportó que sus compañerxs más jóvenes trepaban a la misma cama cada noche para, juntxs, luchar contra los regulares abusos sexuales de un maestro varón. En las escuelas, lxs niñxs encontraban momentos ocultos para sentirse humanos; contar historias sobre coyotes o “hablar indio” entre ellxs cuando se apagaban las luces, realizar expediciones nocturnas a la cocina de la escuela o dejar los terrenos de la escuela para encontrarse con unx compañerx románticx. Los deportes, en especial el boxeo, el básquet y el fútbol se volvieron formas de “mostrar lo que un indio puede hacer” en un campo de juego contra equipos blancos de los alrededores. La resistencia en ocasiones tomaba un tinte más oscuro, y la amenaza de provocar incendios era usada por estudiantes de multiplicidad de escuelas para luchar contra demandas irracionales. Grupos de niñas indígenas en una escuela de Quebec reportaron haber hecho difícil la vida de las monjas que gestionaban la escuela, dando como resultado una alta rotación del personal. En un evento para recaudar fondos, una hermana proclamó: de cent de celles qui ont passé par nos mains à peine en avons nous civilisé une [entre cien de ellos que han pasado por nuestras manos, como mucho hemos civilizado uno].
Lxs graduadxs y estudiantes utilizaban las habilidades en la escritura de la lengua inglesa o francesa obtenidas en las escuelas para generar conciencia sobre las condiciones de las escuelas. Con regularidad, peticionaban al gobierno, a las autoridades locales y a las comunidades de los alrededores para conseguir asistencia. Gus Welch, mariscal de campo estrella del equipo de fútbol indio de Carlisle, consiguió 273 firmas de estudiantes a una petición para investigar la corrupción en Carlisle. Welch testificó ante el comité colectivo del congreso de 1914 que dio como resultado el despido del superintendente de la escuela, el abusivo director de la banda y el entrenador de fútbol. Carlisle cerró sus puertas varios años después. La investigación sobre Carlisle fue la base del Informe Meriam, que subrayó el daño producido por las escuelas residenciales a lo largo de los Estados Unidos.
Si bien la mayoría de las escuelas cerró antes de la Segunda Guerra Mundial, muchas permanecieron abiertas y continuaron inscribiendo niñxs indígenas con el objetivo de proveerles una educación canadiense o americana bien entrados los años 70. La Ley de Bienestar de Niños Indígenas [Indian Child Welfare Act] de 1978 cambió las políticas vinculadas con la intervención de familias y tribus en casos de bienestar infantil, pero el trabajo continúa.
Estos internados han sobrevivido incluso hasta tiempos más recientes, mediante la renovación de imagen bajo la Oficina de Educación India (Bureau of Indian Education). El movimiento “No soy tu mascota” y esfuerzos para finalizar el
uso dañino de imágenes indígenas o nativas en los sistemas educativos también puede verse como una continua lucha por la soberanía y la auto-determinación.
El Moderno Movimiento de Indígenas Asesinadxs y Desaparecidxs Actualmente, los pueblos indígenas en los Estados Unidos y Canadá confrontan el espectro familiar de la ambivalencia nacional ante la violencia desproporcionada. En los Estados Unidos, las mujeres indígenas son asesinadas en una tasa diez veces mayor que mujeres de otras identidades étnicas, mientras que en Canadá las mujeres indígenas son asesinadas en una tasa seis veces mayor que sus vecinas blancas. Esta carga no está distribuida equitativamente a lo largo de todo el país; en las provincias de Manitoba, Alberta y Saskatchewan las tasas de asesinatos son aún mayores. Si bien el movimiento comenzó con un foco en las mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas, las campañas de concientización se han expandido para incluir a individuxs Two-Spirit, un tercer género no binario, considerado como social y legalmente válido por muchas tribus y Primeras Naciones de Norteamérica; así como también a hombres.
Los internados y escuelas residenciales existen en el contexto más amplio de un trabajo incompleto de conquista. El legado de violencia se extiende desde los pantanos de la Masacre Mística en 1637 hasta los campos de Sand Creek y las recientemente descubiertas fosas comunes en la Escuela Residencial India Kamloops. Al establecer una guerra contra lxs niñxs indígenas, las autoridades buscaron extinguir la identidad indígena en el continente. Cuando fallaron, la violencia continuó de otro modo, mutando en violencia específica contra pueblos indígenas vulnerables. Los ciudadanos de Canadá y Estados Unidos deben lidiar con el legado de violencia mientras nosotros, juntos, avanzamos en la comprensión y la reconciliación.
Bibliografía citada y recursos ampliatorios (enteramente en inglés) - Archivo digital del Dickinson College sobre la Escuela Industrial Indígena Carlisle
- Sitio web del Centro Nacional Indígena de Recursos sobre las Mujeres, sobre las Mujeres Nativas Desaparecidas y Asesinadas (MMNW/MMIW)
- Comisión para la Verdad y la Reconciliación de Canadá
- Movimiento por la Justicia Nativa
- Adams, D. (1995) Education for Extinction: American Indians and the Boarding School Experience, 1875-1928
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- Dunbar-Ortiz, R. (2014). An indigenous peoples' history of the United States (Vol. 3). AskHistorians AMA with Jean Mendoza and Debbie Reese, who adapted the book for younger readers
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- Kenny, M “Photograph: Carlisle Poem- Who Is This Boy?”
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Se publica hoy en España el libro “Prohibido nacer” en el cual el cómico estadounidense Trevor Noah recuerda su infancia, adolescencia y juventud , y en su primer capítulo habla de la imposición de la religión cristiana en su país:
Sudáfrica .
Nacido en el seno de una familia muy religiosa, de niño recitaba de memoria cualquier versículo de la Biblia.
¿
Tendrá esto algún parecido con la imposición de esa religión por parte de las órdenes católicas evangelizadoras (dominicos, franciscanos, jesuitas) durante la época de la colonización en América? COMIENZO del 1er, CAPÍTULO DEL LIBRO
Yo tenía nueve años cuando mi madre me tiró de un vehículo en marcha. Fue un domingo. Sé que era domingo porque volvíamos de la iglesia a casa, y durante toda mi infancia fui a misa los domingos.
No faltábamos nunca.
Mi madre era —y sigue siendo— una mujer profundamente religiosa. Muy cristiana.
Como todos los pueblos indígenas del mundo, los negros de Sudáfrica adoptamos la religión de nuestros colonizadores.
** Cuando digo «adoptamos», quiero decir que nos fue impuesta**.
El hombre blanco era bastante duro con los nativos. «Necesitáis rezar a Jesús», les decía. «Jesús os salvará.»
** A lo cual el nativo replicaba: «Claro que necesitamos que alguien nos salve, pero que nos salve de vosotros, aunque esa es otra cuestión. Así que, en fin, a ver qué tal el Jesús este»**.
Toda mi familia era religiosa, pero mientras que mi madre era superforofa de Jesús, mi abuela equilibraba su fe cristiana con las creencias tradicionales xhosa con las que había crecido y se comunicaba con los espíritus de nuestros antepasados.
Durante mucho tiempo yo no entendí por qué tanta gente negra había abandonado su fe indígena para adoptar el cristianismo.
Pero cuanto más íbamos a la iglesia y más tiempo pasaba yo sentado en aquellos bancos, más cosas aprendía sobre cómo funciona el cristianismo:
si eres nativo americano y rezas a los lobos, eres un salvaje.
Si eres africano y rezas a tus antepasados, eres un primitivo.
** Pero cuando la gente blanca reza a un tipo que convierte el agua en vino, pues mira, eso es sentido común**.
Como todos los pueblos indígenas del mundo, los negros de Sudáfrica adoptamos la religión de nuestros colonizadores.
** Cuando digo «adoptamos», quiero decir que nos fue impuesta**.
De pequeño iba a la iglesia, o a alguna de sus actividades, al menos cuatro noches por semana.
Los martes por la noche tocaba plegaria. Los miércoles, estudio de la Biblia. Los jueves, Iglesia Juvenil. Los viernes y los sábados los teníamos libres (¡a pecar!). Y los domingos íbamos a la iglesia. A tres iglesias, para ser exactos.
La razón de que fuéramos a tres iglesias distintas era que mi madre decía que cada una le proporcionaba algo diferente.
La primera ofrecía alabanzas jubilosas al Señor. La segunda, un análisis profundo de las Escrituras, algo que a mi madre le encantaba. La tercera, pasión y catarsis. En esta última realmente sentías que tenías al Espíritu Santo dentro.
Y mientras íbamos de una iglesia a otra, de forma casual y sin proponérmelo, empecé a darme cuenta de que cada una de ellas tenía una composición racial distinta: la iglesia jubilosa era mixta.
La iglesia analítica era blanca.
Y la iglesia apasionada y catártica era la negra.
La iglesia mixta, la Rhema Bible Church, era una de esas megaiglesias enormes y supermodernas de los barrios residenciales.
El pastor, Ray McCauley, era un exculturista de sonrisa enorme y personalidad de cheerleader. Ray había quedado tercero en el certamen de Míster Universo de 1974. Aquel año el ganador fue Arnold Schwarzenegger.
Cada semana se esforzaba al máximo para que Jesús molara. Había gradas tipo estadio y una banda de rock que tocaba los temas más recientes del pop cristiano contemporáneo.
Todo el mundo cantaba, y si no te sabías la letra no pasaba nada, porque aparecía escrita allí arriba, en el Jumbotron. Era un karaoke cristiano, básicamente. Siempre me lo pasaba bomba en la iglesia mixta.
La iglesia blanca era la Rosebank Union de Sandton, una zona muy blanca y adinerada de Johannesburgo. Me encantaba la iglesia blanca porque no me hacían ir a misa. A misa iba mi madre y yo me quedaba en el espacio reservado para la catequesis de los jóvenes.
En catequesis leíamos historias muy chulas. Noé y el Diluvio era una de mis favoritas, obviamente; me llegaba a un nivel muy íntimo. Pero también me encantaba la historia de cuando Moisés separó las aguas del Mar Rojo, y la de David y Goliat y la de cuando Jesús echó a palos del templo a los mercaderes.
Crecí en un hogar que tenía muy poco contacto con la cultura popular. En casa de mi madre estaba prohibido escuchar a los Boyz II Men.
¿Canciones sobre un tipo que se pasaba toda la noche ligándose a una chica?
No, no, no. Prohibido. Los demás chavales de la escuela cantaban «End of the Road» y yo no me enteraba de nada. Había oído hablar de los Boyz II Men, claro, pero la verdad es que no tenía ni idea de quiénes eran.
Las únicas canciones que me sabía eran las de la iglesia: canciones elevadas y edificantes que alababan a Jesús.
Lo mismo pasaba con el cine.
Mi madre no quería que me contaminaran la mente todas aquellas películas de sexo y violencia; no, ni hablar.
Así que mi película de acción era la Biblia. Mi superhéroe, Sansón. Era mi He-Man. ¿Un tipo que mataba a mil personas a golpes con la quijada de un burro? Menudo jefazo. Al final llegabas a Pablo y sus cartas a los Efesios y la trama se perdía, pero el Antiguo Testamento y los Evangelios…
Podía citar cualquier pasaje, incluyendo capítulo y versículo.
En la iglesia blanca se celebraban competiciones y concursos relacionados con la Biblia cada semana, y yo ganaba a todo el mundo de calle.
Luego estaba la iglesia negra. Siempre se estaba celebrando algún servicio religioso negro en alguna parte, y nosotros íbamos a todos.
En el municipio segregado solían instalar carpas y los celebraban al aire libre, al estilo evangelista.
Normalmente íbamos a la iglesia de mi abuela, una congregación metodista a la vieja usanza: quinientas abuelitas africanas con blusas blancas y azules, las Biblias bien agarradas y asándose pacientemente bajo el tórrido sol africano.
Ir a la iglesia negra era duro, no voy a mentir.
No había aire acondicionado. La letra de las canciones no aparecían en el Jumbotron.
Y los servicios no se terminaban nunca, duraban tres o cuatro horas como mínimo, lo cual me confundía, porque en la iglesia blanca no pasaban de una hora; entrabas, salías y gracias por venir.
Pero en la iglesia negra me tiraba una eternidad allí sentado, intentando entender por qué el tiempo avanzaba tan despacio. ¿Acaso es posible que el tiempo se detenga?
Y si es posible, ¿por qué se detiene en la iglesia de los negros y no en la de los blancos?
Al final decidí que los negros necesitábamos más tiempo con Jesús porque sufríamos más. «Vengo a aprovisionarme de bendiciones para toda la semana», solía decir mi madre.
Cuanto más tiempo pasáramos en la iglesia, pensaba ella, más bendiciones acumularíamos, como si aquello fuera una tarjeta de puntos de Starbucks.
La iglesia negra se fundamentaba en la gracia redentora.
Si era capaz de aguantar hasta la tercera o cuarta hora del servicio podía ver al pastor expulsar demonios de la gente.
Los feligreses poseídos por demonios echaban a correr por los pasillos como dementes, gritando en lenguas extrañas. Los ujieres los reducían a la fuerza, como si fueran matones de discoteca, y los inmovilizaban para que el pastor pudiera hacer su trabajo.
El pastor les agarraba la cabeza y se la sacudía violentamente de un lado a otro, gritándoles: «¡Yo expulso a este espíritu en el nombre de Jesús!».
Había pastores más violentos que otros, pero lo que todos tenían en común era que no paraban hasta que el demonio se marchaba y el feligrés afectado se quedaba inerte y desmayado sobre el escenario. Porque el endemoniado en cuestión tenía que caerse al suelo. Si no se caía, quería decir que el demonio era poderoso y que el pastor necesitaba atacarlo con más fuerza.
Podías ser un defensa de la Liga de Fútbol Americano que daba igual. El pastor tenía que derribarte.
¡ Dios bendito, qué divertido era aquello !.
Karaoke cristiano, relatos de acción protagonizados por tipos malos y curanderos violentos inspirados por la gracia divina: caray, me encantaba la iglesia.
Karaoke cristiano, relatos de acción protagonizados por tipos malos y curanderos violentos inspirados por la gracia divina: caray, me encantaba la iglesia.
Lo que no me gustaba era el viaje a la iglesia. Nos dejábamos la piel para llegar hasta allí.
Vivíamos en Eden Park, un pequeño barrio residencial muy a las afueras de Johannesburgo.
Tardábamos una hora en llegar a la iglesia de los blancos, cuarenta y cinco minutos más en llegar a la mixta y otros cuarenta y cinco hasta Soweto, que era donde estaba la iglesia de los negros.
Y luego, por si eso fuera poco, algunos domingos volvíamos a la iglesia blanca para el servicio especial vespertino.
Cuando por fin llegábamos a casa por la noche, yo me desplomaba en la cama.
Aquel domingo en concreto, el domingo en que mi madre me tiró de un vehículo en marcha, empezó como cualquier otro domingo.
Mi madre me despertó y me hizo gachas para desayunar. Yo me bañé mientras ella vestía a mi hermanito Andrew, que por entonces tenía nueve meses.
Luego salimos al aparcamiento, nos montamos en el coche y, cuando ya teníamos los cinturones de seguridad puestos y estábamos listos para irnos, el coche no quiso arrancar. Mi madre tenía un Volkswagen escarabajo viejísimo y hecho polvo, de color mandarina intenso, que había comprado por cuatro duros.
Y la razón de que lo hubiera comprado por cuatro duros era que siempre estaba averiado. Todavía hoy sigo odiando los coches de segunda mano. Casi todas las cosas que han salido mal en mi vida han tenido en su origen un coche de segunda mano.
Por culpa de un coche de segunda mano acababa castigado en la escuela por llegar tarde. Por culpa de un coche de segunda mano nos quedábamos tirados y teníamos que hacer autoestop en el arcén de la autopista. Un coche de segunda mano fue también el culpable de que mi madre se casara.
De no haber sido por aquel Volkswagen que nunca funcionaba, no habríamos tenido que recurrir al mecánico que se convirtió en el marido que se convirtió en el padrastro que se convirtió en el hombre que nos torturó durante años y que le disparó en la nuca a mi madre.
Qué queréis que os diga, yo prefiero coches nuevos y con garantía.
Por mucho que me encantara la iglesia, la idea de pegarnos una paliza de nueve horas, de la iglesia mixta a la blanca, después a la negra y luego otra vez a la blanca, se me hacía un mundo.
Ir en coche ya era bastante suplicio, pero coger el transporte público significaba que el viaje iba a ser el doble de largo y el doble de duro.
Cuando el Volkswagen se negó a arrancar, recé para mis adentros: Por favor, di que nos quedamos en casa. Por favor, di que nos quedamos en casa.
Por fin levanté la vista, vi la mirada de determinación de mi madre y su mentón apretado con firmeza y supe que me esperaba un día muy largo.
—Ven —me dijo—. Vamos a coger los minibuses. ____________________
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